En el contexto de la implementación de los últimos avances tecnológicos, la industria del entretenimiento para adultos siempre ha sido en referente. Fue de las primeras en incorporar las cintas VHS, luego el DVD, más tarde el streaming (principalmente, a través de las webcams de sexo en vivo), y ahora de la inteligencia artificial. Aunque pueda sonarnos a ciencia ficción, la industria del porno lleva ya un tiempo coqueteando con robots, deepfakes, realidades virtuales y asistentes con voz seductora. En este escrito, vamos a tratar uno de los temas más fascinantes y complejos de los próximos años: el impacto que la Inteligencia Artificial -y las tecnologías derivadas de esta- va a tener en la industria del entretenimiento adulto. ¿La gente va a comenzar a ver películas XXX a través de gafas de realidad virtual? ¿Habrá quienes tengan novias virtuales con un aspecto físico desproporcionado, pero hiperrealista? ¿El contenido pornográfico con IA, es empoderador o más bien un fenómeno polémico? Advertencia, spoiler: es todo esto al mismo tiempo.
Antes de entrar en las cuestiones técnicas, merece la pena citarlo en voz alta: ¡la pornografía ha sido siempre una industria pionera! El porno ha tenido que adaptarse de forma constante a las nuevas tecnologías para poder sobrevivir a la censura, los prejuicios sociales y el pirateo. De hecho, plataformas de contenido adulto tan populares como Pornhub, YouPorn o Redtube implementaron el streaming mucho antes que la célebre plataforma de contenido convencional de Netflix. Del mismo modo, los pagos en criptomonedas llegaron aquí mucho antes que a Amazon. Y ahora, los avances tecnológicos derivados de la inteligencia artificial han encontrado en la industria adulta (tanto en películas porno como en las salas de sexo por webcams adultas) su laboratorio de pruebas ideal. En definitiva, si hay un sector que englobe a la perfección la fantasía, la tecnología y el deseo, ese es el porno.
No vamos a andarnos con rodeos: una de las tendencias que más está creciendo en la industria adulta son los contenidos XXX generados por inteligencia artificial. La pornografía con IA consiste en imágenes, videos o voces completamente sintéticas, creadas sin la necesidad de que una persona de carne y hueso esté involucrada. Para comprenderlo mejor, aquí te mostramos algunos ejemplos. Un avatar en 3D hiperrealista que se asemeja muchísimo a tu actriz porno favorita, pero que en realidad no existe. Otro ejemplo de porno generado por IA son los famosos vídeos en los que una persona real ha sido reemplazada digitalmente por otra (es decir, los deepfakes). Otra alternativa son las webcams de sexo en vivo donde las camgirls han sido sustituidas por bots eróticos que interactuar con los espectadores como lo hacen las modelos webcams humanas. Sí, todo esto ya existe. De hecho, ya se ha convertido en una industria que general miles de millones de dólares cada año.
Este fenómeno nos lleva al concepto de relaciones emocionales y sexuales con inteligencia artificial. No se trata de ver pornografía con IA, sino de interactuar e, incluso, conectar emocionalmente con personales virtuales. En estos momentos, existen varias aplicaciones que permiten a los usuarios crear novias o novios digitales que interactúan cómo humanos con ellos: dan los buenos días, comentan con ellos cómo les ha ido el día en el trabajo, dicen cosas obscenas para excitarlos, cumplen sus fantasias eróticas... Todo esto potenciado a través de algoritmos que aprenden sobre la marcha cómo les gusta a los usuarios que les hablen. Puede que al leer esto pienses que es solo para personas solteras o con dificultad para relacionarse con los demás. Sin embargo, cada vez más gente (hombres, mujeres, transexuales, parejas...) están agregando este tipo de experiencias como una forma de explorar sus fantasías sexuales sin la necesidad de exponerse a los prejuicios o estigmas sociales. No hay celos, no hay dramas, no hay contagio de enfermedades, no hay embarazos... Pero... ¿tampoco hay amor?
Uno de los terrenos más prometedores es el del porno en realidad virtual (VR) y en realidad aumentada (AR). En la actualidad, se generan cientos de miles de videos de escenas para adultos en 360 grados, de modo que los espectadores se sienten dentro de la escena cuando los visualizan. Con dispositivos, como gafas Oculus o Meta Quest, el usuario puede mirar hacia donde te apetezca. ¡Como si tú también estuvieras en el lugar donde se grabó el vídeo! Y esto es solo el comienzo. La combinación de VR con trajes hápticos (atuendos que transmiten sensaciones físicas al usuario) están permitiendo simular caricias, besos y otras percepciones excitantes. Incluso ya se han lanzado un gran número de juguetes eróticos (por ejemplo, algunos de la marca Lovense que también se usan mucho en las salas de sexo por webcams adultas) al mercado que se sincronizan con lo que sucede en los vídeos porno. En efecto: ¡estamos hablando de un sexo virtual tan realista que tu cuerpo reacciona como si fuera de verdad!
Junto con todo lo mencionado con anterioridad, debes sumarle los espacios virtuales donde personas (o sus avatares) pueden conectarse con otras para tener experiencias sexuales digitales. Ahora bien, es aquí donde la cosa se pone más turbia. Aunque estas nuevas tecnologías abren posibilidades increíbles, también representan problemas éticos bastante serios. Uno de los inconvenientes más grandes del uso de la IA en el porno es la creación de deepfakes no consentidos. Por Internet pululan cientos de videos de personajes famosos (en especial, mujeres) que aparecen en escenas sexuales generadas por inteligencia artificial. Por supuesto, sin haber participado nunca en esos contenidos eróticos. Esto es un nuevo método de ejercer violencia digital, y, por desgracia, muchos países aún no tienen una legislación para combatirla. Además, hay dilemas sobre el consentimiento y la representación. ¿Es ético vender un avatar erótico con la cara de una actriz porno o modelo de webcams porno sin su consentimiento? ¿Se pueden regular los cuerpos creados por IA para que tomen una apariencia determinada? ¿Qué sucedería si un cliente pidiera una réplica de su expareja? La tecnología avanza más rápido que las leyes. Esto puede dejar a muchas personas vulnerables...
Muchos creadores de contenido para adultos (intérpretes de cine porno, modelos de webcams porno, creadores independientes) están divididos. Por un lado, consideran la inteligencia artificial una amenaza para sus intereses: si los espectadores pueden ver pornografía con una actriz que no existe, ¿para qué iban a pagar por ver a una persona de carne y hueso? Pero otros están usando esta tecnología a su favor: algunas actrices porno están vendiendo versiones digitales de ellas mismas (imágenes IA, voces sintéticas, chatbots eróticos personalizados), lo que les permite ganar dinero incluso cuando no están trabajando. Al final, y como sucede siempre, la clave residirá en la autenticidad. Aunque algunas fantasías sintéticas pueden ser divertidas, lo cierto es que la mayoría de los usuarios todavía valoran más interactuar con una persona real. Y eso, por ahora, no puede replicarlo un algoritmo.
La industria del entretenimiento para adultos (desde las películas porno hasta las webcams eróticas) se está adentrando en una nueva era. No hablamos de simples videos subidos de tono, sino de experiencias inmersivas, personalizadas y potentes, donde la inteligencia artificial, la realidad virtual y los algoritmos juegan un papel central. Este fenómeno no es algo del futuro: ¡está pasando ahora mismo! Y plantea preguntas que van más allá del sexo: ¿qué nos excita? ¿Qué es real y qué es simulado? ¿Qué límites estamos dispuestos a cruzar? Durante los próximos años, veremos si estas tecnologías lograr liberar la sexualidad o si terminan atrapándola en un mundo digital, donde las relaciones humanas queda en un segundo plano. Por ahora, lo único que podemos asegurar es que el porno, una vez más, esta a la vanguardia.